sábado, 2 de marzo de 2013

Tríptico sin intención [1996-2001]



The tumult in the heart keeps asking questions.
And then it stops and undertakes to answer
in the same tone of voice.
No one could tell the difference.
Elizabeth Bishop, “Four Poems”


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1



Pido tierra, orilla, relámpago para mis manos;
pido órbitas que sangren despacio;
pido libros, labios,
dedos que toquen piel y cielo al mismo tiempo
—como quería Novalis—, pido encuentros,
madera resumida en silla silenciosa,
en mesa masa abrazada a una pura carencia.

Pido más, pido brazos para la noche
que se dilata como un bulto de sangre y té;
pido puertas herrumbradas,
puertas que se quejan entreabiertas;
pido avenidas como víboras de polvo lento,
pido tornillos y agujas sin oficio,
cuerpos como si El Greco los soñara;
pido ciudades enteramente urdidas por Borges y Gaudí;
pido árboles que muevan sus entrañas
en el aire opaco de la tarde
(árboles metidos en otra parte
y sin embargo abandonados al dibujo de la vista).

Pido tu boca cotidiana,
la voz de Rodrigo recuperando los párpados del día;
pido roturas, palabras enroscadas como perros que duermen,
ratos que no estén roídos por las ratas de lo rápido,
tajos de felicidad desabrochada
-esas pequeñas felicidades de las que habla Sabato
y que son como agua elemental para la sed áspera
de vivir y persistir y no entumecerse por el desasosiego-.
Pido. Pido tierra, orilla, relámpago para mis manos.



Caracas, 25 de septiembre de 1996






2



Tomo distancia para que el mundo se dilate,
respiro y son las palabras que se mueven,
que presionan la materia
con dedos ávidos y mentirosos.
El tiempo deja gotas pesadas
en cualquier pausa,
echa puñados de tierra
sobre las muecas del vértigo y la rutina.

Estamos y somos de un modo inconcluso,
podemos agacharnos, escarbar, intuir ;
podemos mirar con lentitud lo que sucede,
lo que decimos o pensamos es de polvo,
de aire hambriento;
el vacío gesticula en nuestros hábitos,
abre pequeñas heridas
que crecen mientras olvidamos
o sucedemos hasta cesar.

Ocupamos espasmos, zonas devoradas
por el tedio y los deberes,
escribimos con nuestros actos
frases confusas y reiterativas.
Rompemos espirales,
sustraemos la mitad de nuestra sombra
para que la otra mitad se confunda
entre los objetos que pelean con la madrugada;
ocurrimos de perfil, andamos reverso,
ninguna orilla basta para contenernos,
somos distancia y centro ebrio,
punto de convergencia y de fuga
al mismo tiempo.

Las horas son clavos, balas de azufre
penetrando la materia,
royéndola con ferocidad continua,
con paciencia rencorosa, con desdén.
Minutos que son el mentís de nuestra carne,
que la humillan en su precaria resistencia;
minutos como navajas de mercurio
resquebrajando el día mendaz y mendigo.

Hay un orden que no se sacia,
que quiere para sí todas las latitudes,
el instante es un espejo resinoso
que arde apenas lo tocamos;
su rostro es más bien un rastro,
una insinuación, un poco de sombra proyectada
por un cuerpo siempre ausente y siempre deseado.
Habitamos ecos, grietas, espacios en blanco
adheridos a nuestra fe,
a nuestra percepción de la realidad;
pero la realidad es una mariposa de obsidiana,
un amasijo de formas desechas
necesitando el esqueleto de la imaginación.
 
Hay una débil carencia que es también
una débil caricia,
una mano dibujándonos desde el fracaso.
Tomo distancia para que la realidad
desbarate sus espejos en mi rostro.



Tacoronte, 1999





3




y de pronto la vida en mi plato de pobre 
 Blanca Varela, Canto Villano


¿Quién no se encierra voluptuosamente
en sus límites?
Cristóbal Serra: Diario de signos




Si contara mi vida juntando unos
cuantos pormenores recogiendo
retazos filamentos sin filo
fragmentos que el azar
y la memoria amontonan
sin ningún método salvo el desorden
y sus agujas imantadas
por el frote de los sueños
y la materia grasa de los días aniquilados
en la iniquidad en la fetidez del sí
y el no
en la blanda confrontación de lo aceptado
de lo bebido de lo que ingerimos
como alimento dúctil
sin desastres ni premoniciones

Si contara mi vida -digo-
no tengdría más remedio que mentir
-como todos-
además no hay nada notable
no tiene por qué haberlo
en la magra sucesión de mis instantes

(Es necesario encerrar en un paréntesis
a los parientes
más inmediatos y voraces las palabras
la forma de una mano
que de pronto nos elige
desde la húmeda vulgaridad
—pero hay otras manos más peligrosas
como las que pintó Leonardo
o Guayasamín
que son como música de flauta
que encarna y
                        trepa
pájaros enjaulados
en la redonda eternidad
en la avara eternidad
de la Historia del Arte—
la suntuosa transparencia
de ciertas mañanas
los filamentos felinos
de la esperanza etcétera)
 
Aún más si alguien se asomara
por un rato
comprobaría que vivo como una mancha tenue
adherida a una hoja burda y algo rala
Un día en mi vida
es harto diferente a un día
en la vida de Iván Denisovich
no hay demasiado dolor
ni humillaciones
ni rencores minuciosamente almacenados
en las cavidades del corazón
ni entereza ni entusiasmos
ni zonas que reparar
en lo más deteriorado de mí mismo
siempre he visto con simpatía las grietas
que prolongan su hilo obscuro
en la materia y
la empapa de ojos que se ríen
con cinismo erosivo erótico

Por eso si contara mi vida
haría sin querer
una exhaustiva relación de dudas
y deudas de abstenciones.


Madrid, 30 de abril de 2001